EL TESTIMONIO DE LA FERTILIDAD FEMENINA EN LOS PAPIROS MÉDICOS
Los papiros médicos de Carlsberg y Kahun contienen un variopinto y sobresaliente surtido de pruebas para conocer el grado de fertilidad, la probabilidad de gestación, y aún más, el sexo de un niño no nacido. La mezcolanza de los aspectos citados es a veces tan intrincada que resulta difícil de esclarecer. Como se tendrá la ocasión de comprobar los «tests» comprenden un amplio orden de procedimientos que incluyen desde la inducción al vómito a la observación «clínica» del color de los ojos.
El párrafo 28 del papiro de Kahun que tiene correspondencia con el del papiro Carlsberg IV, es una auténtica prueba de fertilidad porque por su intermedio se comprobaba la libertad de obstáculos en el cuerpo femenino, que es de lo que se trata al fin y al cabo, el paso franco por donde el semen seguiría y actuaría sin impedimentos. No es por tanto una prueba de viabilidad del embarazo instaurado, en sentido estricto, sino un reconocimiento de la capacidad de que la mujer pueda quedarse embarazada. No obstante, se comprobará tras una atenta lectura como el sentido de la traducción es bien distinto.
Las pruebas que se presentan se fundamentan en una particularidad organoléptica en común con otras que contenían ingredientes procedentes de diversas plantas ricas en elementos sulfurados. De ahí el propósito y la conveniencia de su elección en virtud de los fuertes olores que se liberan durante el proceso digestivo, tal y como se expondrá en los puntos siguientes:
La prueba del ajo:
Tú deberás colocar un diente de ajo húmedo en el interior de su cuerpo (vagina) hasta la mañana siguiente (en la versión del Carlsberg IV)…y si encuentras el olor en la boca de ella, entonces dirás sobre el particular: ella parirá con normalidad. Si tú no encuentras el olor en su nariz, no parirá de manera normal (Kahun28;3, 17-19).
La prueba de la cebolla:
El mismo Hipócrates recomienda pasar la noche con una cebolla (Allium cepa) alojada dentro de la cavidad vaginal; si a la mujer, la mañana siguiente, le oliera el aliento a cebolla, sería fértil. El fundamento está bien justificado, porque con la percepción mediante el aroma que ella expele se acreditaba la capacidad de engendrar, tal como se ha manifestado. Con el fin de certificar la permeabilidad del semen a través del cuerpo de la futura madre, se emplearon además las fumigaciones. En opinión del profesor Kazancigil de Estambul las dos modalidades en las que se usan la cebolla y el cereal, se siguieron empleando hasta nuestros días en el medio rural turco con idéntico fin. Una pista más que ratifica los estrechos vínculos entre la medicina egipcia y la griega (de la que la segunda bebió) llegando hasta nuestros días.
Los dátiles y la cerveza: dos prácticos aliados.
En el papiro de Kahun nº 27 se aventura ya no sólo la posibilidad de adelantar un diagnóstico precoz o tardío de un embarazo -cuestión ciertamente my meritoria- sino también de pronosticar el número de hijos que la mujer podría tener. El fundamento sigue siendo la permeabilidad de los conductos-met que surcaban el interior del cuerpo. Ni siquiera la ciencia moderna es tan pretenciosa como para aspirar a emitir semejante anuncio a sus mujeres.
«Tú harás que la mujer se siente en la tierra cubierta de harina de dátiles mezclada con cerveza dulce. (…) Si vomita, parirá de manera normal. El número de vómitos que saldrán de su boca indicará el número de hijos que tendrá. Pero si no lo hace, no parirá y para siempre.» (Kahun 27;3,15-17).
El papiro Carlsberg V dicta otra fórmula en la que se empleaba la fumigación. Dejando a un lado aquellos productos que aún nos son desconocidos, el mal estado del párrafo no nos permite esclarecer el contenido que se introducía por vía vaginal. Aquí, al contrario, los vómitos anunciaban a la mujer su dificultad en tener descendencia; no obstante, la expulsión de ventosidades era señal del buen presagio. Sin embargo, en el Carlsberg VII, a la mujer deseosa de conocer un embarazo dichoso se le prescribía una bebida a base de dátiles frescos, levaduras y vino; indicaría la posibilidad de tener o no descendencia sin anomalías.
La sandía, ingrediente útil para conocer la viabilidad del embarazo.
La sandía es un ingrediente novedoso. Esta vez se mezclaba con leche de una mujer que «hubiera traído al mundo un hijo varón». Los dos componentes (la sandía y la leche) mezclados e ingeridos por una mujer presuntamente capaz de concebir, estimularían el vómito; de lo contrario, tendría flatulencias y meteorismo abdominal. Hay que volver a Hipócrates para encontrarnos con el mismo principio que se cita también en el papiro de Berlín 193:
«(Distinguir) una mujer que pondrá al mundo (de manera normal) de una mujer que no pondrá al mundo de (manera normal)»: Planta bedeku-ka; frutos no cortados de sicomoro. Se machacará con leche de una mujer que haya puesto al mundo un niño varón, preparado bajo una forma agradable y sería tragado por la mujer. Si vomita, parirá de (forma normal). Si tiene vientos, no parirá (de forma normal) y para siempre. El autor clásico también utilizaba la leche humana con un ingrediente que llama «boutyron» que Dawson identificó con la sandía.
Otra versión sobre lo mismo se encuentra en otro párrafo del papiro de Berlín nº 194 (verso, 1,5-6). En esta ocasión se emplea la vía de aplicación vaginal. Las dos pruebas son todavía fórmulas corrientes entre los médicos africanos: Machacar una sandía y mezclar con leche de mujer que haya traído al mundo un hijo varón en el kAt (vagina). Si ella vomita, parirá; si tiene ventosidades, significa que no parirá«.
Pruebas para conocer la viabilidad del embarazo fundamentadas en lo excremental.
Algunas de las pruebas abusan del terreno escatológico-excremental y promueven la repugnancia y renuencia del lector por las características del método, pero tienen la audacia de seguir fundamentándose en el principio válido de la permeabilidad en el interior del cuerpo humano, de las sustancias, o aromas, que como es el caso, viajan a través de un cuerpo hipotéticamente surcado por una red interna de conductos que comunicaban a todos los orificios naturales. Como curiosidad el mismo principio servirá de base para realizar las salpingografías (visualización mediante contraste radiológico de las trompas de Falopio). Al respecto siguiendo la misma táctica, el papiro Carlsberg propone un procedimiento por fumigación que apenas será modificado por la literatura hipocrática.
«Otro método para distinguir una mujer que parirá (de manera normal) (…) de una que no lo hará. Fumigar con (…) en su vagina. Si vomita no parirá de manera normal. Si tiene ventosidades parirá de manera normal» (Carlsberg V).
En torno al concepto del tratamiento de la esterilidad femenina.
El siguiente remedio no está del todo bien interpretado ni incluido correctamente en las fuentes bibliográficas citadas. No reúne las condiciones para pertenecer a las pruebas de fertilidad ni tampoco, obviamente, a las de embarazo. El tratamiento que se prescribe en él dejó secuelas en los Aforismos de Hipócrates (V, LIX) en el párrafo 192 del papiro de Berlín (verso, 1, 1-2) y en el Carlsberg I, 1,1-3 (en la actualidad muy deteriorado):
«Deberás fumigar a una mujer con espeltra-mimi (una variedad de trigo) en su vagina hasta que la simiente de su marido sea recibida». ¿Es en realidad una auténtica prueba de fertilidad o el remedio para hacerla fértil?
Aunque se trata de un texto por desgracia encontrado inconexo y muy incompleto, la interpretación que viene a continuación sugiere que se trata de una fórmula para liberar del obstáculo tubárico (literalmente del original: «el nudo») que impide la progresión del semen del varón. Por tanto, también se declara un remedio «ad hoc» para curar la esterilidad de la mujer. La pretensión del texto es una invitación a seguir el consejo para curar el bloqueo que hace que la semilla del marido no alcance a fertilizarla: una emulsión a base de aceite/grasa y cerveza dulce que se ha de cocer durante cuatro días. De ahí que haya que recurrir a la fumigación:
«(…)..?..(…) en su vagina a fin de permitir que la simiente de su marido sea recibida (…)»
Del libro: La lactancia en el Antiguo Egipto.
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Asombroso todos los conocimientos que tenían antiguamente los Egipcios, suerte el saber de los historiadores y egiptología, lógicamente lo que nos han dejado para su estudio con los jeroglíficos.