UNA CASA EN AMARGURA.

Gran novela histórica de la escritora lucense Elisa Vázquez de Gey, en la que aborda el inexplorado tema de la esclavitud doméstica urbana en la Cuba española de finales del siglo XIX y recupera la memoria de los gallegos que la padecieron.

La novela retrata con maestría la vida de los esclavos en las casas de familias criollas habaneras y su lucha por la libertad. «Narrar el día a día en las elegantes casonas habaneras, donde una de las protagonistas es una planchadora, que era un tarea muy ardua porque allí llegaban a los 40 grados y con las planchas de la época. Quiero recuperar La Habana colonial y mostrar un panorama de lo que fue la esclavitud española, de la que aquí no se habla».

Así presentó Elisa Vázquez de Gey (Lugo, 1955) su nueva novela.La autora viaja a mediados del siglo XIX, cuando el gallego Urbano Feyjóo Sotomayor, militar y diputado a Cortes por la provincia de Ourense, decía cosas como que «un gallego ha de hacer el mismo trabajo que dos negros y al precio que cuesta un esclavo».Hay dos protagonistas. Una es un niña blanca, que solo tiene dos años, se queda huérfana y hereda una gran mansión, muchísimo dinero y una negrada de 40 esclavos. Es criada por esos esclavos, a los que tiene un gran cariño. Una de las esclavas muere y le deja un encargo, que mientras no se cumpla no se puede abrir su testamento. Toda la novela es una búsqueda.“Hay un personaje -comenta la autora- que deja embarazada a una esclava y que había llegado en la fragata Villa de Neda.

Me puse a investigar esta fragata y me entero que la había fletado un comerciante cubano que era de Ourense que se llamaba Urbano Feyjóo Sotomayor y era la primera que fletó llena de gallegos.”Este señor era muy conocido en Cuba como negrero. Cuando no llegaban brazos negros a Cuba por la abolición de la esclavitud, él decidió que los ingenios [las plantas del cultivo de azúcar] tenían que seguir funcionando y qué mejor que lo hicieran con gallegos, que en aquel momento estaban en la absoluta pobreza, desde el año 1854, «o ano da fame».

Había una pobreza absoluta y mucha hambre. Entonces decide crear una patriótica empresa de ayuda a Cuba y salvación de Galicia: importando trabajadores gallegos a la colonia hace una trata de blancos encubierta. Los encerraban en centros de aclimatación, que no eran sino barracones de esclavos. Los hacendados compraban los contratos que habían firmado los gallegos, como quien traspasa una mercería, y consideraba a los gallegos como un bien, no como personas. Esos hacendados los consideraban suyos, como si fueran sus esclavos, como los negros. Cuando se vieron esclavizados empezaron a rebelarse pero cuanto más se rebelaban más eran masacrados. Hubo una tremenda rebelión.

En La Habana los esclavos de Feyjóo eran muy conocidos, porque llevó a más de 2.000 colonos gallegos que vendió como esclavos, traspasó como esclavos.El problema acabó en las Cortes españolas, pero cuando se solucionó muchos habían muerto, otros escaparon y nunca aparecieron. Al parecer se quedaron en los palenques [refugio de los esclavos escapados], no sabían que podían volver a Galicia. A estos gallegos les llaman los esclavos ojiazules, porque eran blancos con los ojos azules. Eran puros celtas, dicen en La Habana.

Una casa en Amargura es una gran novela que te traslada a una época en la que ocurrieron unos hechos históricos, que, como bien dice la autora poco se habla en España.

Investigando más sobre la trata de esclavos en Galicia, Luis Alonso Álvarez, catedrático de Historia Económica de las Instituciones de la Universidade da Coruña, autor del libro Comercio colonial y crisis del Antiguo régimen en Galicia, 1778-1818, nos dice que en Galicia han sido destruidas prácticamente todas las fuentes públicas que podían haber aportado información directa sobre la trata: el encubrimiento social de los descendientes de los negreros les obligaría, con toda probabilidad, a ocultar el origen de sus fortunas.

El investigador y escritor Rafael Lema comenta también que el comercio gallego de esclavos sigue siendo un tabú, porque afecta a reputados comerciantes, familias de abolengo, y al Estado; el rastro documental es escaso, salvo en archivos privados, camuflados en el comercio africano, en los documentos privados de los colegios notariales.Según sus investigaciones, la edad de oro de la trata de negros en Galicia fue entre los años 1816 y 1820 y estuvo dirigida sobre todo por coruñeses. Sólo en esos años, se llevaron a cabo al menos 25 expediciones negreras y el número de esclavos transportados a Cuba por armadores gallegos ascendió a 6.854. Este auge negrero fue consecuencia de la abolición de la esclavitud (1808) en Inglaterra, que aprovecharon los armadores españoles para hacerse con los barcos negreros ingleses y sus infraestructuras. Se calcula que en esos años los negreros españoles introdujeron en Cuba unos 111.000 esclavos.

Asimismo, sorprende leer en un artículo del Faro de Vigo escrito por Juan Juega Puig, de la Universidade de Santiago de Compostela, titulado: «Esclavos, una excepción en la sociedad gallega», lo siguiente:»No era frecuente, pero existen noticias de su presencia en el servicio doméstico, nada de intervenir en la pesca o arriería. La esclavitud no era frecuente en la sociedad gallega ni mucho menos en su economía. Con todo, existen noticias de su presencia en el servicio doméstico de las casas nobles o adineradas como símbolo de prestigio, pero nada de intervenir en la pesca, navegación o arriería, reservada en exclusiva a los naturales; además, los navíos empleados en el transporte de mercancías eran redondos y carecían de remos, empleo usual de los esclavos.

Como en toda regla o norma hay excepciones, durante un corto espacio de tiempo y en fecha tardía la mano de obra esclava es empleada en Galicia, en 1752, con motivo de la construcción del arsenal de Ferrol. Dicho año se manda trasladar desde Cartagena ciento cincuenta moros y turcos.»No sólo hubo trata de esclavos negros, sino que también de esclavos gallegos. Un escándalo que fue llevado a las Cortes españolas. La Compañía Patriótico Mercantil de Urbano Feijóo de Sotomayor, -negrero y diputado en el Congreso por Ourense- quiso dotar en el siglo XIX de mano de obra gallega al campo cubano en sustitución de los esclavos. El incumplimiento de los contratos y las condiciones de trabajo llevaron el caso a las Cortes españolas. Muchos de aquellos gallegos murieron en el viaje, otros desaparecieron o huyeron; y los más fueron finalmente tratados igual o peor que los esclavos a los que fueron a sustituir.

Los documentos que se adjuntan en las fotografías son los siguientes: Proyecto y memoria escritos por Urbano Feijóo sobre su compañía Patriótico Mercantil, los documentos que registran las ocho expediciones de gallegos que llegaron a Cuba durante 1954, algunos nombres de aquellos gallegos de Feijóo y cartas de algunos de estos gallegos a sus familias en Galicia.

El segundo capítulo del serial histórico de Rafael Lema sobre la ciudad de A Coruña y el comercio de esclavos dice lo siguiente: «El peligro de africanización de la isla de Cuba lleva a los gobernantes a reclamar mano de obra blanca y española, que en caso de insurrecciones es más patriota y puede actuar como fuerza de choque. Así desde 1840 surge la idea de repoblar con gallegos la guajira, las plantaciones habitadas mayoritariamente por descendientes de africanos.” En este contexto el nombre de Urbano Feijoo Sotomayor tiene un papel principal entre los infames nacidos en Galicia. Fomentador de la trata de gallegos, para emblanquecer y españolizar la isla de Cuba y sustituir a los esclavos negros o mezclarse con ellos en las mismas poblaciones de chamizos de caña para mejorar la raza. Proyectos copiados por otro home bo, el dictador Trujillo, un siglo después. Su idea era llevar gallegos durante quince años, con contratos leoninos de cinco años. Empezó a enviar colonos en 1854, realizando un total de 8 expediciones con 2.000 gallegos.

Otros le siguieron, pero las denuncias de los malos tratos a nuestros paisanos frenaron las expediciones (la de Benito Rubio en 1854) o hicieron modificar las fórmulas a hacendados y «traficantes». Con todo aun en el siglo XX las denuncias de explotación de emigrantes gallegos estaban a la hora del día, como dan cuenta los galleguistas indianos. La construcción del canal de Panamá de nuevo renovó el fenómeno esclavista. Gerardo Lombardero (La Nueva España, 18-11-2010) recogió recientemente «que había existido durante el siglo XIX una trata de gallegos en Cuba, muy similar a la que desde siglos antes se había llevado a cabo con esclavos negros africanos». El proyecto Feijoo es conocido entre los investigadores pero no abundan los textos divulgativos.

El proyecto de llevar esclavos blancos gallegos a Cuba correspondió por tanto a otro gallego, Urbano Feijoo Sotomayor, comerciante en La Habana, accionista del ferrocarril de Sagua y diputado a Cortes por la provincia de Ourense. El diputado orensano pretendía disponer de un hombre -según sus palabras- inteligente, fuerte y obediente, cuyo trabajo debía ser por todos los conceptos muy superior al del esclavo negro de primer orden. Así, se compraron gallegos a 80 pesos por cabeza, para ser luego vendidos en Argentina, e incluso, según un informe de la época, se encontraron trescientos campesinos gallegos en Río de Janeiro, donde custodiados por esclavos negros a golpes de látigo eran instruidos en el arte de matar, si era necesario, a sus semejantes por este método. La Junta de inmigración cubana había autorizado la emigración gallega bajo los argumentos de la precaria situación en los campos, la pérdida de negros en Cuba por el efecto del cólera y con la idea de fortalecer con blancos la seguridad futura de la isla.

Se estipuló, después del tiempo de aclimatación, ubicarlos laboralmente con una remuneración de no más de seis pesos mensuales, durante los cinco años de contrata, y la entrega de vestuario dos veces al año, que consistiría en tres camisas, un pantalón, una blusa, un sombrero de paja y un par de zapatos. También se contemplaba -en teoría- que tras este plazo regresarían libres a su tierra quienes lo reclamasen. No fueron así las cosas.Consuelo Naranjo Orovio estudió el caso de los colonos gallegos en Cuba en el siglo XIX y la problemática en cuestión, desde los viajes, la manutención. Fernández de Castro y H. Portell añaden datos pormenorizados sobre la cuestión de la Trata y migración cubana antes de la Independencia. Tras una azarosa travesía, los que sobrevivían debían enfrentarse al clima, al cólera antes citado y al maltrato físico al que fueron sometidos. Como los negros esclavos, los yucatecos o los chinos, los gallegos nada más pisar tierra se encontraron con el cepo, los azotes y la escasez de comida. El testimonio más revelador está en la correspondencia que ellos enviaban a casa, que muchas veces la empresa los obligaba a entregar abierta, para que en caso de no ser de su agrado fueran intervenidas.

Una de ellas dice textualmente: «Nos traen peor que negros, nos traen descalzos y desnudos y sin camas, nada más que unas esteras debajo de nosotros en unos tablados; pues la mortalidad nuestra fue el no tener aclimatación ninguna, ya que hemos trabajado mucho y sin provecho. Matan a la gente con palos y los ponen en el tronco y el cepo de campaña». En 1881, Antonio Conrado, valiéndose de esta correspondencia, sacó a la luz las artimañas del diputado Feijoo Sotomayor para reclutar a sus víctimas. Era el mismo proceder que siglos atrás los propietarios de esclavos venían empleando, aunque en esta ocasión con más crueldad porque se aplicaban a compatriotas. El escándalo llegó también a las Cortes de la mano del diputado San Miguel, que lo acusó de engañar a unos pobres gallegos, que no sabían dónde estaba la isla de Cuba, ni tampoco sabían a qué se comprometían, vendiendo por cinco años su libertad o, lo que es lo mismo, haciéndose esclavos por el mismo período.

Se creó en las Cortes una comisión para investigar el asunto Feijoo, dictaminándose que se declarase la libertad del emigrante a continuar bajo las condiciones del contrato, en cuyo caso contrario sería rescindido a su elección. Lo que en el fondo supuso dejar a los gallegos sin posibilidad de exigir responsabilidades por el trato recibido, pero se dio fin a la pesadilla que habían sufrido.De nuevo sale a la palestra en el foro nacional el tema de la Trata, pero en la discusión parlamentaria no se discute de la abolición de la esclavitud en la colonia. El asunto de que se parte es de la «supresión de la trata», de sus consecuencias para el negocio del azúcar y a esto es a lo que pretenden poner remedio mediante el traslado a la colonia de trabajadores peninsulares. En el debate entre los distintos partidos, poco parece preocupar a los diputados «abolicionistas» (Alonso y Ordax) que para satisfacer las necesidades de la producción azucarera, los trabajadores gallegos tengan que aceptar condiciones de semi-esclavitud, negadoras de sus derechos políticos.Porque, dicen, que esos hombres habían actuado con libertad para contratar.

Por el contrario, los diputados conservadores (Bayarri y Manuel de la Concha) que no hacen declaraciones contra la esclavitud, defienden la dignidad de los ciudadanos españoles que han sido atropellados por el empresario. En fin, que los abolicionistas son los peores aliados de los gallegos esclavos y los partidarios de la Trata sus valedores. El presidente de la Comisión, Pedro Bayarri, afirma que la solución que se impone, por razones de Estado, no es la más acorde al problema de la dignidad humana, pero que es la única a la que el gobierno puede hacer frente. En este punto el compromiso con los derechos humanos se volatiza y a los emigrados sólo les queda la dura realidad.La anterior descripción de la iniciativa privada para trasladar ciudadanos gallegos a la colonia cubana, las consecuencias para los que emigraron y la posterior consideración en las Cortes españolas según los citados investigadores ponen de relieve la profunda dificultad con que tropieza la protección de los derechos fundamentales atribuidos a todos los seres humanos en general y a los emigrantes gallegos a Cuba, en particular.

Pero además el asunto muestra las múltiples dificultades que interfieren la garantía y protección de los «derechos». Dificultades de naturaleza política: el proyecto en el que participan los gallegos se explica y justifica en el conjunto de medidas adoptadas por el gobierno español, con la pretensión de dar solución a la falta de mano de obra esclava en la isla. Este era un problema económico pero inseparable del mantenimiento de Cuba como colonia española. Por esa razón, la autoridad en la isla, los comerciantes y sacarócratas urdieron el proyecto de «fomento de la población blanca»; sólo que todos equivocaron el cálculo y no sólo porque confiaron la empresa a avaros empresarios habituados a traficar con seres humanos, sino también porque los hombres peninsulares, aunque en estado de suma pobreza, no pudieron soportar las duras condiciones de vida a que los sometieron Feijóo y los empresarios y sobre todo la indignidad al sentirse tratados como inferiores a los mismos esclavos de color que trabajaban en la isla.

El contenido de la correspondencia que enviaron a sus familiares en Galicia manifiesta el estado de desesperación en que se hallaban frente a las exigencias de Feijóo que reclamaba a la autoridad «mano dura con ellos», y la incapacidad de ésta para resolver los problemas que aparecían.La experiencia de «la emigración blanca» manifiesta las contradicciones de los parlamentarios, en alocuciones que hoy nos ponen los pelos de punta y dejan a muchos prohombres patrios en el estercolero de la vileza. Todos suscriben en sus escaños en teoría el principio de libertad económica y el de dignidad humana, pero ante el caso de miles de ciudadanos tratados en Cuba como esclavos, las razones utilitarias, políticas y económicas, se impusieron en la decisión adoptada en detrimento de la predicada «dignidad humana». Si se sostiene que el trabajo esclavo es imprescindible para que la agricultura y la industria cubana produzca beneficios y como en la actualidad resulta imposible continuar la trata de negros, el único recurso con que cuenta el estado y los negociantes liberales, aceptando esa lógica, es sustituir a los negros por blancos sin variar las condiciones de trabajo.Aceptando esta lógica, que ningún diputado discute, hablar de dignidad de los emigrados es un recurso retórico, indistintamente se refieran a los derechos de los gallegos o de los africanos.

Esta es la razón de que después de largas discusiones, la solución al problema de los gallegos, tuviera que ser política, alejada de la que demandaban los afectados, abandonados a su suerte en la colonia por los responsables. La necesidad de mano de obra para las plantaciones cubanas llevó a pensar en la compra de negros en las islas caribeñas, pero el proyecto fracasó. Sin embargo a Panamá fueron llevados negros antillanos de habla inglesa y en el siglo pasado seguía en esa zona el derecho de los blancos a tener esclavos. En el Archivo Nacional: Gobierno Superior Civil, leg. 636/2091 de Cuba leemos un «Expediente sobre querer introducir D. Manuel B. De Pereda colonos negros». Se pensaba traerlos de las Antillas Menores. La demanda fue rechazada. Así que africanos, chinos y gallegos hasta la independencia cubana surtieron de mano de obra los ingenios. Las condiciones desde el asunto Feijoo fueron otras, aunque la guerra también complicó la vida en las haciendas (levas, masacres, incendios, concentraciones).

Contamos con magníficos trabajos poco conocidos en España sobre la cuestión esclavista como el de Fernández de Castro: «Medio siglo de historia colonial de Cuba. Cartas de José Antonio Saco, ordenadas y comentadas, 1823-1879, La Habana, 1923». O Herminio Portell Vilá: «Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, Habana, 1939».

Fuentes: Gallegos por esclavos, RTVE: http://www.rtve.es/…/cartas-algunos-gallegos-empresa…/23 http://www.rtve.es/…/gallegos-esclavos…/1230930.shtml

A Coruña y el comercio de esclavos: Un gran puerto negrero. De Rafael Lema. https://www.adiantegalicia.es/…/a-coruna-y-el-comercio…

Esclavos gallegos por esclavos negros(II). De Rafael Lema: https://www.adiantegalicia.es/…/esclavos-gallegos-por…

Esclavos, una excepción en la sociedad gallega, por Juan Juega Puig, El Faro de Vigo: http://www.farodevigo.es/…/esclavos…/744350.html


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