EL PROCESO DE MOMIFICACIÓN.

Del libro: Egipto: National Geographic. 


El proceso de momificación era lento y muy minucioso. Requería intervenir el cadáver inmediatamente después del fallecimiento y se alargaba durante semanas. 

 


PURIFICACIÓN.


Antes de comenzar con la momificación propiamente dicha, el difunto tenía que ser adecuadamente preparado para ella, con rapidez para que el cuerpo no se descompusiera. Recién fallecido, el cadáver era conducido de inmediato a una tienda especial, donde era lavado y quedaba dispuesto para que los embalsamadores comenzaran la parte más truculenta de su labor.


EXTRACCIÓN DE LOS ÓRGANOS. 


El primer paso de la momificación consistía en la extracción de los órganos internos del cadáver del difunto. Primero se sacaba el cerebro, a través de la nariz. A continuación, y mediante una incisión en el lado izquierdo del vientre, se extraían los intestinos, el hígado, el estómago y los pulmones; órganos que luego se introducían, momificados, en los vasos canopos.


SECADO Y ARREGLO DEL DIFUNTO. 


La momificación propiamente dicha, es decir, la deshidratación del cadáver para evitar que se pudriera, se lograba enterrando el cuerpo en una sal natural llamada natrón. Tras pasar cuarenta días desecándose, los embalsamadores sacaban al difunto, lo limpiaban y suturaban la incisión lateral del vientre. En el proceso, el cadáver había perdido la mitad de su peso.


VENDAJE Y AMULETOS FUNERARIOS. 


Para que el cuerpo del difunto quedara listo para afrontar la eternidad, una vez desecado era ungido con aceites y luego bañado con gran cantidad de resina, que impermeabilizaba el cadáver. El paso final consistía en el vendado, durante el cual los embalsamadores iban tapando con las vendas diversos amuletos, que se encargarían de proteger al difunto de cualquier mal.


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