EL REALISMO ARTÍSTICO DE RAHOTEP Y NOFRET.

Del libro: Egipto. National Geographic.

A finales del siglo XIX, cuando los obreros penetraron en la mastaba del príncipe Rahotep, en Meidum, no dieron crédito a lo que veían. Ante ellos se encontraban unas estatuas dotadas de tal realismo que creyeron que estaban vivas. El difunto y su esposa los contemplaban con el brillo en la mirada.

Pese a que el arte oficial egipcio estaba sujeto a una serie de convencionalismos que no permitían un realismo total, algunas de las obras artísticas realizadas durante el Reino Antiguo se aproximan mucho a un retrato. Los rostros de Rahotep y Nofret muestran un gran detallismo en la representación de sus facciones, y la presencia de pasta de vidrio en los ojos añade el toque de realismo necesario. Sus cuerpos se reproducen con todo lujo de detalles, desde los músculos de las piernas de él hasta los pechos que se insinúan bajo el vestido ceñido de ella. Joyas, trajes y peluca son fiel reflejo de la moda femenina de la época. Pero otros detalles remiten a los convencionalismos de la estatuaria real: la mirada perdida hacia el infinito, la rigidez de la posición en que se encuentran y hasta el color de la piel, pálido para ella y moreno para él. Las estatuas, de finales de la dinastía IV, son de piedra caliza policromada y se conservan en el Museo Egipcio de El Cairo.


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