EL ASTRÓMO EGIPCIO. SUS FUNCIONES E INSTRUMENTOS DE OBSERVACIÓN.

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En egipcio son varios los términos que designan a la persona que conocemos como astrónomo en nuestro lenguaje, aquel que se dedica al estudio de los astros y de la mecánica celeste. En ocasiones, la escritura jeroglífica nos lo presenta como 1 wnwntj (ununti) en neoegipcio o 2 wnwtj (unuti) en egipcio clásico, palabra que podríamos traducir literalmente como «observador de las horas». De hecho, la palabra «hora» se escribe en egipcio 105704439_951805285273616_6563741897161409079_n wnwt, de modo muy similar a como se escribe uno de los términos que se traducen como «estrella», 1 wnwt. Como vemos, todos esos vocablos se relacionan entre sí, pues su asociación dio origen a estas palabras. Otra forma que aparece en la documentación egipcia es 2 jmj-wnwt «el que está en las horas». Queda claro pues, que uno de los cometidos más importantes del astrónomo egipcio es la contabilización de las horas.

También podemos designar al astrónomo como 3 (sebai) «el de las estrellas», en clara referencia al objeto principal de sus observaciones, pues la palabra estrella es también conocida en egipcio como 4 . La observación de las estrellas era necesaria para señalar el paso de las horas.

Además, en títulos más completos se describe perfectamente el lugar desde el que el astrónomo realiza sus observaciones. Así el título honorífico de un sacerdote egipcio fue 6, que podemos traducir como «el astrónomo sobre el techo del palacio». Las terrazas y techos superiores de los templos y palacios son, pues, el auténtico observatorio astronómico desde donde estas personas observaban la bóveda celeste para, como tarea principal, señalar el orto, tránsito u ocaso de las estrellas que tenían seleccionadas como marcadoras de horas.

Que el astronomo egipcio sea un sacerdote ha hecho suponer a algún investigador que tras el nombre con el que se designa al máximo sacerdote del templo de Heliópolis , 7 «el grande de los videntes», pueda esconderse, en realidad, un astrónomo. Ello podría relacionarse con el descubrimiento en Heliópolis de la relación entre el orto helíaco de la estrella Sirio y el calendario, al que acompañaba sobre las mismas fechas el comienzo de la inundación anual del Nilo.

El trabajo y las tareas de sacerdote -astrónomo egipcio nos son conocidas de manera indirecta a partir de numerosos documentos , principalmente del ámbito funerario. Sin embargo, unos pocos textos son más explícitos. En cuanto a esto, la traducción de un documento original egipcio es de gran interés para nosotros. Se trata de una inscripción que en tres columnas se desarrolla en la parte posterior de una estatua de época ptolemaica (Cairo JE 38545), del siglo III a.C., hallada en 1906 en Tell Faraun y perteneciente a un astrónomo-sacerdote, encantador de serpientes y maestro de escorpiones. El astrónomo se llamó Horkhebi 8, y su inscripción tiene un gran valor en tanto que recoge varias de las ocupaciones que este personaje tenía como tal. Por tanto, es un documento único y de indudable importancia:

1Traducción del documento por filas:

[…] aquel que observa todo lo observable en el cielo y en la tierra, experimentado en la observación de las estrellas sin cometer error, el que anuncia los ortos y ocasos a su momento,

con los dioses que predicen el futuro, para los que él se ha purificado en sus días

cuando el [decano] aj aparece al lado del benu y hace que las tierras estén contentas con sus predicciones,

el que observa la culminación de toda estrella en el cielo […], el que predice el orto helíaco de toda [estrella] en un buen año,

el que anuncia el orto helíaco de Sirio al comienzo del año y la observa en su primer día de festival,

calculando su curso en los tiempos determinados, observando lo que ella hace todos los días, pues todo lo que ella ha anunciado está a su cargo.

Aquel que conoce lo que va hacia al norte y al sur del disco solar, anunciando todas sus maravillas y estableciendo sus tiempos;

él señala cuándo han ocurrido, viniendo en sus tiempos; aquel que divide las horas del día y de la noche sin errar en la noche […],

uno que es sabio en todo aquello que se ve en el cielo, que ha esperado, uno que es experimentado con respecto a sus conjunciones y movimientos regulares […].

 

Una lectura atenta del texto anterior nos pone al tanto de todos los cometidos de Horkhebi. De él se dice que es un «experimentado en la observación de las estrellas sin cometer error». Esto, obviamente, no solo quiere decir que los conocimientos de la bóveda celeste que tiene esta persona son muy altos, sino que, también, éstos le permiten realizar las observaciones de precisión propias de su trabajo. Así, Horkhebi es también, «el que anuncia los ortos y ocasos a sus horas», es decir, el momento concreto en que determinadas estrellas u otros objetos de interés como el Sol o la Luna aparecen por el horizonte este o cuando se ocultan por el horizonte oeste.

Sin embargo, como ya indicara Neugebauer, esta inscripción también tiene indicios de carácter astrológico, según se entiende cuando se indica que Horkhebi realiza sus observaciones «con los dioses que predicen el futuro». Según este autor, algunas referencias astrológicas del texto de Horkhebi parecen derivar de tratados astrológicos babilónicos como el Mul-Apin. Esta indicación no corresponde, sin embargo, a la realidad egipcia. En Egipto, la astronomía no se desarrolló hasta la época ptolemaica y, aunque con anterioridad la religión y la astronomía egipcia se desarrollaron juntas, la astrología, al contrario que en Mesopotamia, no encontró aquí un lugar en el que propagar su influencia. Esta notable diferencia entre la astronomía egipcia, ligada a la religión, y a la astronomía mesopotámica, ligada a la astrología y la adivinación, se mantuvo durante milenios hasta que con la llegada de los ptolomeos los griegos introdujeron en Egipto nuevas influencias, entre ellas la astrología de origen caldeo. Por ello, teniendo en cuenta que Horkhebi fue un sacerdote-astrónomo del siglo III a.C., en plena época ptolemaica, es lógico que en su inscripción hayan sobrevivido indicaciones de marcado origen astrológico.

Debe quedar claro, pues, que en el antiguo Egipto, la astronomía y la astrología no se desarrollaron conjuntamente, pues esta última no tuvo importancia sino hasta después de la ocupación de Alejandro Magno y el desarrollo de la monarquía ptolemaica. Como señala Vercoutter, en vano se buscará un origen astrológico de la astronomía egipcia, aunque para los griegos ésta hubiera nacido en Egipto. En Mesopotamia, en cambio, una y otra iban de la mano y los sabios practicaban ambas sin distinción. Es interesante señalar, no obstante, que la distinción explícita de ambas disciplinas no se daría sino hasta una época más tardía, pues incluso para Claudio Ptolomeo, en el siglo II d.C., ambas compondrían una misma ciencia. Es principalmente a partir de la Edad Media cuando, en Europa, comenzó a condenarse con fuerza la diferencia entre la ciencia astronómica y el carácter adivinatorio y mágico de la astrología. Así, en el siglo XIII, el sabio mallorquín Ramón Llull lo expuso en uno de sus tratados.

Las sentencias de caracter astrológico continúan cuando en la inscripción se indica que «cuando el [decano] aj aparece al lado del benu y hace que las tierras estén contentas con sus predicciones». El decano Aj, debe corresponder al decano 2 («los dos aju») que aparece en textos más antiguos, en el número 24 de la lista de decanos de la llamada familia de Senenmut y familia de Seti I. En el zodíaco de Esna A, también de época ptolemaica, este decano es el primero de la constelación de Pisces, que como el resto de las constelaciones zodiacales no es de origen egipcio sino mesopotámico. Sin embargo, lo que parece mostrar el carácter astrológico de esta frase es la indicación de que las tierras están contentas cuando el decano Aj aparece junto al benu. El pájaro benu 3, es una forma de representar el planeta Venus, el más brillante de los planetas que se pueden observar en la bóveda celeste. Es la relación Pisces-Venus , lo que nos debe advertir de la presencia de una sentencia puramente astrológica, pues según la creencia astrológica babilónica Venus está en Pisces en exaltación.

4Las exaltaciones astrológicas de tradición babilónica. 

 

Dejando de lado las connotaciones astrológicas del texto de Horkhebi, el resto de la inscripción vuelve a centrarse en su trabajo como astrónomo. En el cuarto de los párrafos extraídos aquí, leemos como nuestro protagonista es aquel que «observa la culminación de toda estrella en el cielo […], el que predice el orto helíaco de toda [estrella]». La culminación o tránsito de una estrella es el momento en que dicha estrella alcanza su mayor altura sobre el horizonte, coincidiendo con su paso por el meridiano central, es decir, la línea imaginaria que de norte a sur divide la bóveda celeste en dos hemisferios. Durante la época ramésida la observación de las culminaciones estelares cobró mayor importancia, según se demuestra por el método utilizado en los relojes ramésidas. Por ello, este tipo de observación debía tiener una gran relevancia. Por otra parte, el orto helíaco de las estrellas es el momento en que éstas, tras la conjunción, son nuevamente visibles en el horizonte este antes de que la luz del Sol en su amanecer las haga desaparecer. Este tipo de observación es difícil, pues no solo depende de las condiciones atmosféricas al nivel del horizonte, sino también de la agudeza visual del observador y de la latitud desde la que se efectué ésta. Sin duda, de entre todos los ortos helíacos de los que se ocupaba el astrónomo egipcio, el más trascendente era el de la estrella Sirio. De hecho, la inscripción de Horkhebi nos lo recuerda cuando dice que él es «el que anuncia el orto helíaco de Sirio al comienzo del año y la observa en su primer día de festival, calculando su curso en los tiempos determinados, observando lo que ella hace todos los días, pues todo lo que ella ha anunciado está a su cargo». La importancia es indudable, pues es la estrella que los egipcios tenían de referencia para señalar el comienzo del año. El orto helíaco de Sirio, producido a mediados del mes de Julio, servía además, para recordar que la inundación anual del Nilo ya estaba produciéndose. Así pues, Sirio era tenida en cuenta no sólo en el ámbito de los templos y la administración sino también en la sociedad agricultora, pues marcaba el inicio de una estación vital para la economía de toda la sociedad egipcia.

El astrónomo egipcio controlaba el orto helíaco de Sirio, pero también su culminación y su ocaso a lo largo de las décadas del año civil. Hemos de suponer que los egipcios tendrían tablas muy completas desarrolladas a lo largo de cientos de años con todas estas medidas, de tal modo que habrían llegado a poder ofrecer unas efemérides astronómicas de la estrella, es decir, un modelo matemático (previsiblemente muy sencillo y basado en ciclos repetitivos) por medio del cual podrían basarse para anunciar o predecir su orto, etc… con meses de antelación.

Respecto a la observación del Sol, se dice que Horkhebi es «aquel que conoce lo que va hacia al norte y al sur del disco solar». Según se entiende, esto debe referirse al conocimiento de los solsticios de verano e invierno y los equinoccios. El disco solar tiene un movimiento aparente por la bóveda celeste que varía a lo largo del año. En verano el recorrido del Sol en el cielo es más largo, pues amanece y se oculta en una posición más al norte que en invierno y, además, alcanza su culminación a mayor altura sobre el horizonte. Los equinoccios, en Marzo y Septiembre, marcan, en cambio, el punto medio entre el máximo recorrido del solsticio de verano y el mínimo del solsticio de invierno. El conocimiento de estas posiciones era igualmente importante para relacionar el calendario solar con el civil y así poder reconocer el desfase de días y estaciones que se producía en este último.

El astrónomo, nuevamente, es «aquel que divide las horas del día y de la noche», pues esta es su misión principal, como observador de las estrellas. Como veremos, a los egipcios debemos la división del día en 24 horas, aunque para ellos el día tuviera siempre doce horas, como la noche. Horas que, al contrario que las nuestras, no eran iguales, sino que se acomodaban al invierno y verano ampliándose o recortándose en minutos pero no en número.

Horkhebi, que tenía el honor de formar parte de ese conjunto de funcionarios o sacerdotes que entre sus dedicaciones estaba la bella tarea de observar el cielo debía, por tanto, ser «sabio en todo aquello que se ve en el cielo», pues de ello dependía la organización del templo, de las fiestas locales, y de los plazos que la administración general establecía en celebraciones de todo tipo. Así es como él es definido como «uno que es experimentado con respecto a sus conjunciones y movimientos regulares», pues conoce los ciclos del movimiento de las estrellas en la bóveda celeste a lo largo del año.

Los conocimientos astronómicos de los sacerdotes egipcios debían ser tenidos en consideración y, como algunas partes de la liturgia religiosa egipcia, eran secretos y desconocidos por otras personas. Así se desprende de una cita de Estrabón (XVII 1:29):

En Heliópolis yo he visto las grandes casas en las que vivían los sacerdotes. Se dice que en otro tiempo esta ciudad fue la residencia de los sacerdotes, hombres de ciencia y astrónomos […] Esos sacerdotes, que tenían unos conocimientos tan profundos de los fenómenos celestes, los mantenían con gran secreto y eran poco deseosos de compartir su saber. 

En Egipto, los sacerdotes llevaban diversas vestimentas no sólo según su rango sino también según sus ocupaciones. Así pues, el sacerdote-astrónomo debía llevar una vestimenta particular que le identificara como tal. Uno de los más bellos ejemplos que se ha conservado es el del sacerdote-astrónomo de Amenhetep III conservada en el museo egipcio de Turín. Las estrellas que decoran la piel de pantera con la que se cubre el torso relacionan a este personaje de manera inequívoca con la observación de la bóveda celeste.

Statue_Aanen_TurinFigura del astrónomo Amen. Museo egipcio de Turín.  

 

Las observaciones astronómicas eran realizadas desde las terrazas superiores de los templos, pues desde allí podía dominarse bien todo el horizonte. Teniendo en cuenta que la observación del momento de los ortos u ocasos de los astros eran importantes, sobre todo antes del Imperio Nuevo, cuando la observación del tránsito de las estrellas aún no había cobrado tanta importancia, está claro que desde fechas tempranas el astrónomo egipcio habría observado desde los lugares más altos del templo.

5                  Astrónomos egipcios observando desde la terraza de un templo. 

 

La observación del orto u ocaso de un astro no requiere de ningún instrumento complementario, pues la aparición por el horizonte este o la desaparición por el oeste de un objeto determinado señala el momento en cuestión. En cambio, cuando lo que se pretendía era calcular las culminaciones estelares o la meridiana o eje norte-sur de la bóveda celeste, era aconsejable tener la ayuda de un segundo astrónomo e incluso de algunos instrumentos de observación muy rudimentarios.

En el museo egipcio de Berlín se conservan dos de estos instrumentos. Uno, consiste en un nervio de hoja de palmera en cuya parte superior, más ancha, se ha practicado una ranura. Se cree que el uso principal de este instrumento debía relacionarse con la alineación del meridiano central, de tal modo que a través de dicha ranura el astrónomo observase las estrellas que llegaban a su culminación. Obviamente, esta operación no podía ser muy precisa.

6Instrumentos del astrónomo egipcio: bay y merkhit. 

El bay se sujetaba con una mano extendida que se dirigía a un segundo astrónomo que debía colocarse, a cierta distancia, en dirección sur. El mero hecho de que ningún trípode o montura fija y estable sostuviese el bay demuestra que la observación a través de este no podía ofrecer resultados muy notables.

De los bay conservados, uno fue descubierto por Breasted en un anticuario de Londres y lleva el nombre de Tutankhamón.

En el bay del museo de Berlín se conserva, a una columna, una inscripción jeroglífica en la que se lee lo siguiente:

7

Atender al seguimiento de la celebración

y que sean dispuestos todos los hombres según sus servicios, para el ka del astrónomo. 

Horu, justificado de voz, hijo del hijo del rey de las Dos Tierras, Horudja, justificado de voz, hijo de su madre, Asetajbit.

 

En esta inscripción, aunque no se ofrece ningún tipo de información precisa sobre el modo de empleo o función del bay, sí que podemos extraer el fin último de su aplicación: fijar las horas de la noche para que se asigne en el momento adecuado los deberes de los sacerdotes y personal del templo. En este caso, dado que la inscripción es funeraria, pues se refiere al astrónomo Horu como un difunto, hemos de entender que la celebración se realiza en su honor, y que en su desarrollo un número de personas van a conducirla, llevando a cabo sus funciones a las horas determinadas.

Otro instrumento del museo de Berlin, el merkhit, consiste en una barra horizontal en cuyo extremo se sitúa un cabezal rectangular del que pende una plomada. El merkhit, usado en combinación con el bay, se empleaba para verificar la vertical del meridiano central. No obstante, el merkhit tenía otros usos, principalmente como reloj solar. Este instrumento tiene en su parte inferior una inscripción a una columna, igualmente interesante y representativa de los conocimientos de su propietario original:

8

Yo conozco la marcha de los dos discos (el Sol y la Luna) y de todas las estrellas en su lugar correspondiente, para el ka del astrónomo Horu, hijo de Horudja. 

 

Los demás instrumentos susceptibles de ser empleados por el astrónomo egipcio, como clepsidras, relojes estelares diagonales, ramésidas, relojes de Sol, etc. son todos instrumentos para medir el tiempo o tablas para averiguarlo, pero no instrumentos de observación propiamente dichos. Así pues, como hemos visto en las líneas anteriores, el uso del bay y el merkhit no podía ofrecer resultados de alta precisión, en su cometido principal, la observación de la meridiana, a menos que en las terrazas de los templos se hubieran colocado postes de alineación N-S, puntos concretos de observación o incluso pedestales estables en los que insertar el bay para librarlo de movimiento inconsciente del brazo del astrónomo, puesto que tomando estas medidas podrían haberse logrado mejores resultados.

 

Del libro: La astronomía en el antiguo Egipto. De José Lull.105576730_2619227658317823_6040520303606979873_n105593149_949604788844718_5133328193755939271_n


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