CUBA, REVOLUCIÓN Y EXPOLIO MUSICAL. EL CASO FANIA ALL-STARS VS. ESTRELLAS DE AREÍTO.

De cómo los ejecutivos del ahora poderoso sello Fania All-Stars rentabilizaron la oportunidad que las circunstancias políticas les sirvieron en bandeja de plata, y éstas enajenaron el derecho de autor de los compositores cubanos residentes en el archipiélago, causando no solo daños económicos sino morales e históricos.

Parte de «Las Estrellas de Areíto». De izquierda a derecha: Niño Rivera, Amadito Valdés, Rubén González, Tata Güines, Ricardo León «El Niño».  Detrás: Fabián García-Caturla.

Decía Cicerón que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. No será el caso de esta entrada porque con la ayuda de los textos de Rosa Marquetti Torres, una cubana excepcional que paso a presentar a continuación, haremos justicia a Las Estrellas de Areíto y a los seis vinilos que grabaron, que se encuentran entre los grandes olvidados de la música cubana.

Rosa Marquetti Torres

Rosa Marquetti Torres se licenció en Filología por la Universidad de La Habana, especializada en historiografía de la música cubana. Su recorrido profesional abarca la investigación historiográfica y musicográfica, la industria del disco y la propiedad intelectual; archivística, producción, asesoría, supervisión musical en filmes y documentales, y curaduría de colecciones y archivos relacionados con la música cubana y latinoamericana.

Marquetti es autora de los libros Chano Pozo: La vida (1915-1948); El Niño con su tres. Andrés Echevarría Callava, Niño Rivera; Desmemoriados—Historias de la música cubana, y Celia en Cuba (1925-1962). En 2014 creó la bitácora virtual Desmemoriados: Historias de la música cubana. Sus textos e investigaciones han sido publicados en revistas especializadas y generalistas de Cuba, Colombia, España, Francia y Estados Unidos. Ha sido conferencista en instituciones y centros docentes de Estados Unidos, Cuba, Colombia y España. Es Mellon Scholar in Residence en el Hemispheric Institute de la Universidad de Nueva York. Ha impartido conferencias en Florida International University (Miami), Stony Brook University (Long Island) y otras instituciones académicas y culturales.

Las Estrellas de Areíto y los seis vinilos que grabaron están entre los grandes olvidados de la música cubana.  Grabados en 1979 son conocidos y valorados por melómanos y coleccionistas, pero no han tenido la repercusión que su calidad amerita, ni la condición de grabaciones ya legendarias en las que participaron los mejores exponentes de la música popular,  que vivían en Cuba en aquel momento. Estas grabaciones no son tomadas en cuenta cuando se habla de descargas míticas de músicos all-stars en la música latina. Tuvieron que pasar muchos años para que en  Cuba se reeditaran en formato CD (según catálogo EGREM, con referencias CD-141, 142 y 143) No están completos en Spotify, ni en Itunes y sólo la edición-homenaje a aquellas míticas sesiones, que impulsara años después Juan de Marcos González  hacen que su nombre aparezca en los buscadores de las plataformas de distribución musical. Los nuevos distribuidores internacionales del catálogo patrimonial del sello EGREM/Areíto los ignoran hasta hoy.  Pero Las Estrellas de Areíto son  joyas verdaderas.

En 2018 el sello Craft Recording, división de Concord Music Group, de Los Angeles, con la acertada participación de la periodista e investigadora Judy Cantor-Navas, lanzó en formato LP y CD otros 5 discos que, de alguna manera están en los antecedentes de  Las Estrellas de Areíto:  me refiero a los vinilos de las míticas Cuban Jam Sessions, gestadas y fijadas por el sello Panart.  Grabadas a finales de la década de los cincuenta  estos discos que recogen verdaderas descargas cubanas, con arraigo en el son, fueron protagonizadas por virtuosos en sus respectivos instrumentos y es un acierto que se pueda contar ahora no sólo con los discos organizados y en un único pack, sino también con un booklet con el resultado de las interesantes pesquisas realizadas por Judy a lo largo de varios años en los que pudo entrevistar a algunos de los escasos participantes que habían sobrevivido, y también a la hija de Ramón Sabat, el creador y ex-dueño de Panart, en medio de un panorama de escasez de datos fidedignos, parquedad en los créditos que acompañaron a los discos originales, y casi inexistente repercusión en prensa al momento en que salieron por primera vez cada uno de esos discos al mercado.

Grabadas en un marco absolutamente lúdico y descargoso, las Cuban Jam Sessions se convirtieron rápidamente  no sólo en un referente paradigmático, que tanto los músicos cubanos que emigraron, como los que permanecieron en Cuba, evocaban con recuerdos de diverso signo, pero en general, coincidentes en la descripción del espíritu de libertad creativa, improvisación, gozadera y fraternidad que las caracterizaron, sino también en fuente de inspiración para otros músicos. Lideradas por el pianista, director y compositor Julio Gutiérrez las sesiones contenidas en los dos primeros discos y por Niño Rivera, la del tercer volumen, se completarían con las del contrabajista Israel López “Cachao” y el flautista y director  José Fajardo.  Grabadas todas en los antiguos estudios Panart (ahora Estudios Areíto, de EGREM), excepto una parte del volumen 5, que fue grabada en Nueva York, esas sesiones tuvieron lugar entre 1956 y 1964.

Como señala Judy Cantor-Navas, estas descargas grabadas inspiraron primero a Al Santiago, director del sello discográfico neoyorkino Alegre, a crear y grabar en 1961 la Alegre All-Stars, y años después a Johnny Pacheco, en alianza con el abogado Jerry Masucci –fundadores en 1964 del sello Fania-, para crear la famosa Fania All Stars.  Todos ellos han reconocido la influencia de las “cuban jam sessions” (también conocidas como “sesiones de Panart”), que, en todo caso, contribuyeron a cambiar el sonido de la música latina, con fortísima presencia e influencia de la música cubana,  que se hacía en Estados Unidos.

Cuando en 1979 la Fania All Stars llega a La Habana como parte de lo que hoy se conoce como Havana Jam, no podía ser mucho lo que sabían sus integrantes de lo que ocurría en música en Cuba a partir de octubre de 1960, cuando el gobierno norteamericano decretó el bloqueo-embargo hacia Cuba: las fluídas e incesantes comunicaciones entre músicos residentes en ambos países habían quedado si no truncas, al menos seriamente obstaculizadas.  En Nueva York, los músicos cubanos emigrados continuaron creando y de algún modo se volvieron referentes para sus colegas latinos, pero en Cuba la creación y el surgimiento de nuevas figuras tampoco se detuvo.   

En 1977 con la llegada a la presidencia norteamericana de James Carter y su política menos beligerante hacia Cuba, se abrieron ciertas brechas  en el ámbito cultural:  ese mismo año Dizzy Gillespie viaja por primera vez a La Habana, en una visita debida desde hacía tiempo, por lo mucho que era deudor del legado dejado por Chano Pozo y la percusión afrocubana al jazz en USA; Chucho Valdés y el grupo Irakere se presentan en el Festival de Jazz de Newport de 1978.   Y se hace realidad el Havana Jam con la presencia de músicos norteamericanos como Billy Joel, Weather Report con Jaco Pastorius y Joe Zawinul, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills y entre muchos otros,  la Fania All Stars.   

Cuando llega se presenta en La Habana ante un público que poco sabía de ella: en 1979 casi no llegaba la música que se hacía en sectores latinos de los Estados Unidos, como Nueva York o Los Angeles.  Había suerte, si se topaban con algún disco traído por un marino mercante o un diplomático, pues en materia de vínculos interpersonales con los cubanos que vivían más allá de la Isla, era casi nada lo permisible y posible.  Los músicos, muy a pesar de todo,   se buscaron y encontraron, fiestaron en casas habaneras de colegas anfitriones, que les acogieron como a viejos amigos.  E intercambiaron músicas. Y contrastaron…

El sonido Fania había comenzado a inundar el mercado musical a nivel mundial con algo que era  música cubana, pero que sin dejar de serlo era refractaria a la influencia de numerosos ritmos del área del Caribe. Los ejecutivos del ahora poderoso sello rentabilizaron  la oportunidad que la política les sirvió en bandeja de plata.  Y  los músicos que quedaron y vivían en la Isla continuaron creando, pero marcados por la inexistencia de un vínculo de Cuba con la industria internacional de la música, bajo el estigma de la incomunicación. ¡Y Cuba era la denominación de origen!  Allí  muchos músicos y entendidos consideraban que la Fania usurpaba ese origen para escamotearlo bajo el nombre de salsa; otros reconocían el aporte de otros ritmos caribeños a ese cocinado.  Las opiniones eran diversas y corrían como ríos:  algunos llegaban a expresar que los de Fania, al fundamentar su diseño,  habían llegado a alterar la narrativa histórica del surgimiento y auge de la música cubana, y que además era una música comercial sin grandes valores creativos originales.

LP Estrellas de Areito. Vol. I.  Diseño idéntico para los cinco volúmenes

Así estaban las cosas cuando Raoul Diomandé, un activo productor musical de Costa de Marfil, radicado en París y fanático de la música cubana, se entera de la movida Fania en La Habana.  Diomandé tenía vínculos con EGREM, pues distribuía en Francia y algunos países de Africa, el catálogo de la única disquera cubana en aquel momento. Fue suya la idea de retomar el espíritu de las descargas de un todos estrellas de músicos cubanos que vivían entonces en Cuba, se dice que como una respuesta a la moda mundial de la salsa, a lo que hacía la Fania All Stars, pero reflejando la música cubana de raíz, con la mirada contemporánea de los músicos cubanos estrellas que vivían en la Isla, sin un propósito lucrativo, más bien como una respuesta a lo que entonces algunos llamaban “música comercial cubana hecha en Estados Unidos”.

La directiva de EGREM aceptó la propuesta de Diomandé y encargó la dirección musical y desarrollo del proyecto al experimentado trombonista, compositor y productor Juan Pablo Torres (17 de agosto de 1946, Puerto Padre, Cuba – 17 de abril de 2005, Miami, Florida, Estados Unidos), cuyo legado -dicho sea- no ha sido aún lo suficientemente valorado y estudiado.

Si las primeras descargas se conocían como las descargas de Panart, las que organizó Al Santiago fueron las de la Alegre All Stars y las de la Fania, mantenían la referencia a su sello discográfico, pues éstas tenían que ser, Las Estrellas de Areíto.

Juan Pablo llamó a los mejores en sus respectivos instrumentos, pero los créditos de la edición primigenia de los vinilos no pudieron ser más parcos en cuando a información. Según los datos que guarda  el percusionista Amadito Valdés, al ser parte de aquellas sesiones, la nómina general fue la que sigue:

Trompetas:  Jorge Varona, Manuel «Guajiro» Mirabal, Arturo Sandoval, Félix Chappottin y Adalberto «Trompetica» Lara, Juan Munguía y Jorge Luis Varona.

Trombones:  Juan Pablo Torres y Jesús “Aguaje” Ramos.

Piano:  Rubén González y Jesús Rubalcaba.

Violines: Rafael Lay Apesteguía, Miguel Barbón, Pedro Hernández, Elio Valdés, Angel Barbazán, Pedro Depestre, Félix Reina y Enrique Jorrín.

Bajo:  Fabián García Caturla y  Tony ….(no se conoce su apellido)

Tres: Andrés Echevarría “Niño Rivera”.

Cuatro: Israel Pérez 

Flauta: Richard Egües y Melquiades Fundora.

Saxo-clarinete:  Paquito D’Rivera.

Congas:  Guillermo García “Agapito”  y Tata Güines.

Bongó:  Ricardo León “El Niño”

Güiro:  Gustavo Tamayo y Otto Hevia

Pailas:  Amadito Valdés y Filiberto Sanchez

Cantantes:  Miguelito Cuní, Tito Gómez, Pío Leiva, Teresa García-Caturla  Magaly Tars, Carlos Embale, Manuel Furé,  Filiberto Hernandez.

Coros:  Hermanos Bermúdez, Manolo Furé, Pepe Olmos y Felo Bacallao, Modesto Fusté  Filiberto Sánchez, Eugenio Rodriguez “Raspa” y  Rolo Martinez.

Las sesiones de grabación, según Amadito, transcurrieron los días 24, 25, 27 y 30  de Octubre y 1, 8  y  9 de Noviembre de 1979 en los míticos Areíto, de EGREM (antiguos estudios Panart) que seguían  enla calle San Miguel No 410 entre Lealtad y Campanario, en el corazón de la zona hoy conocida como Centro Habana.

Juan Pablo Torres no quiso recurrir a temas ya conocidos, sino que en su mayoría se trata de composiciones de músicos en activo y menos conocidas entonces. La duración de los tracks no es para nada comercial, porque su productor respetó el ambiente descargoso que crearon los músicos, las inspiraciones prolongadas y los solos soberbios. 

Era imposible que con estos músicos, lo que saliera de allí no fuera la excelencia.  Otra cosa, y muy distinta, fue el destino que le esperó a aquellas grabaciones y al fenómeno mismo de Las Estrellas de Areíto. A Venezuela llegaron las noticias,  y EGREM y Diomandé consiguen que el sello venezolano Integra Interamericana de Grabaciones S.A.publicara en 1980 estos discos  con otro diseño de portada igual de minimalista, pero con más información sobre los integrantes. Un año después cierran un contrato para que Las Estrellas de Areíto se presenten, en vivo y en directo,  en Caracas.

Cubierta de la edición japonesa en formato pack de los cinco volúmenes de «Las Estrellas de Areíto». Colección Gladys Palmera

Eso ocurrió en mayo de 1981, dos años después de la grabación de los discos.  Era probablemente, el primer gran grupo de músicos cubanos que conseguía presentarse allí después de 1960 y en él iban músicos veteranos que aún eran mitos venerados en esas tierras:  Miguelito CuníFélix ChappottínNiño RiveraRubén González, Tata GüinesTito GómezEnrique Jorrín… .  Hasta los mismos músicos venezolanos estaban expectantes con este encuentro.  Cuenta Fabián García-Caturla que Oscar D’León mandó un aviso de su deseo de encontrarse con los músicos cubanos.  Organizó una comida en su casa y allí, para sorpresa de los que asistieron, les esperaba D’León con Celia Cruz, junto a otros músicos venezolanos.[2]  Los cubanos se presentaron con éxito total, y a juzgar por un video que ha circulado años después, aquella primera actuación en directo hizo justicia a la virtudes del registro fonográfico.

“Tocamos dos conciertos:  en el Poliedro de Caracas y en un teatro en Barquisimeto.  También hicimos un programa televisivo en Venevisión.” –recordó Fabián.   

Amadito Valdés, por su parte apuntó que “Juan Pablo no pudo ir al frente de la orquesta. Estaba de gira con su grupo Algo Nuevo y entonces, al frente de Las Estrellas de Areíto fue Enrique Jorrín.”

Pincha aquí para ver a Miguelito Cuní con Las Estrellas de Areíto cantando Guaguancó pa’todos los barrios, durante una de las presentaciones en Venezuela en 1981.

En 1980 el sello japonés Vivid Sound publica un pack con los cinco LP (fabricación EGREM y bajo licencia de esta marca) con referencia VS5-8001, que años más tarde es reeditado en otro pack, pero concentrando todos los temas de esos 5 LPs  en 3 CDs)

Ese mismo año 1981, al regreso de la corta gira por Venezuela, se vuelven a reunir y graban otro LP que en sus créditos no sigue el orden de las ediciones de los discos anteriores (debió ser el Volumen VI), ni tampoco en cuanto a la marca artística:   sale bajo el título “Las Estrellas Areíto de Cuba”, como un disco único, y la nómina ahora estaría integrada por:

Voces solistas:  Teresa García-Caturla, Tito Gómez y Miguelito Cuní.
Piano:  Rubén González.
Tres:  Niño Rivera
Violines:  Enrique Jorrín, Pedrito Hernández y Elio Valdés.
Bajo:  Fabián García-Caturla
Trompetas:  Jorge Varona, Reynaldo Larrinaga, Luis Mirabal, Octavio Calderón y Félix Chappottin.
Trombón:  Jesús “Aguaje” Ramos.
Timbales: Amadito Valdés
Bongó:  Ricardo León “El Niño”
Congas:  Arístides Soto “Tata Güines”
Flauta:  Joaquín Oliveros.

Esta nueva grabación, al parecer, no salió en Cuba en formato LP, sino en Venezuela publicada también por el sello Integra bajo licencia EGREM, en formatos de LP (EG-13-119) y cassette (EG.13.120) Años más tarde, en 1988, bajo el influjo enceguecedor del Buena Vista Social Club, el sello francés Edenways lo pública íntegramente bajo el nombre de “Estrellas de Areito. Rubén González. Cuban All Stars”(EDE-2004-2)

LP «Las Estrellas Areíto de Cuba» – Sello Integra (Venezuela) 1981. Colección Gladys Palmera

A instancias de Juan de Marcos González, en 1998 el productor inglés Nick Gold, el mismo de Buena Vista Social Club,  asumió la producción bajo el sello Nonesuch (Ref. 9551-2) del CD «Los Héroes», un reissue de la casi totalidad de los temas incluídos en los primeros 5 discos, a excepción de «El Manisero».

Cubierta del CD doble «Los Héroes» (Nonesuch Records, Inglaterra)

Concebido como un proyecto discográfico, lo mismo que las Cuban Jam Sessions,  las circunstancias en que se grabaron los discos de Las Estrellas de Areíto actuaron en su contra: en 1979, con la desconexión involuntaria de Cuba respecto a los circuitos de distribución internacional de la música, EGREM tenía el monopolio de la producción y fabricación de discos, siendo una empresa incapaz por sí misma de articular su inserción en el mercado internacional.  Con ejecutivos de nueva promoción y escasa o nula experiencia internacional,  EGREM se centraba en la producción y la circulación de sus discos esencialmente dentro de las fronteras cubanas, más algunos acuerdos sueltos y esporádicos con los que intentaban burlar el aislamiento internacional, pero que no articulaban con el segmento comercial de la industria a escala planetaria, que permitiera la difusión de estos discos y la eventual realización de giras y conciertos.  

Raoul Diomandé, por su parte, enfrentó problemas para conseguir una distribución de mayor alcance para  estos discos joyas, y lo más que logró fue hacerlos circular discretamente en Francia y algunos países del continente africano, con una carátula similar, aunque no igual a la original de EGREM.  Con el paso del tiempo, fueron cayendo en olvido, o quizás los nuevos que llegaban a decidir en la industria musical cubana ni siquiera supieran el calibre de lo que atesoraban.    Lo cierto es que todavía, los vinilos de las Estrellas de Areíto –con poca tirada y escasas reediciones posteriores de manera íntegra- siguen siendo un tesoro valorado por los melómanos más acuciosos, pero desconocido y aún pendiente de difundir.

Hay patrones comparativos, si tenemos en cuenta que hubo después un Buena Vista Social Club donde alinearon algunos de los grandes nombres de las Estrellas de Areíto.  Era tan perceptible el resplandor del olvido a que habían sido sometidos estos discos que un gran conocedor decidió honrar a aquellos músicos y aquellas jornadas:  Juan de Marcos González lideró el proyecto de reeditar, remasterizadas, aquellas  sesiones, que recogió en el CD doble “Los Héroes” bajo la misma denominación de Las Estrellas de Areíto, y que, como ya dijimos, es la única referencia que, salvos escasos tracks sueltos y bajo otras denominaciones, el melómano puede encontrar hoy día en las plataformas digitales de música.

En el blog Rutas de la Fonoteca Torrente, su redactor anónimo afirma: “Y las descargas que grabaron estos cerca de treinta excepcionales músicos en 1979 (Pío Leyva, Miguelito Cuní, Paquito D’Rivera, Rubén González, “El Niño Rivera”, Arturo Sandoval…) son para muchos una de las mejores grabaciones de Cuba en el último cuarto del siglo XX. Esto sí era auténtico, estaba hecho por intérpretes que lo habían mamado, lo llevaban en el ADN de serie. La «respuesta» del conglomerado cubano al movimiento de la Salsa se puede escuchar en la primera canción. La declaración de intenciones no deja lugar a dudas al afirmar: «Pónganse pa’las cosas/ que sigue imperando el son/ si te hablan de la SALSA/ mentira, se llama son».

A punto de cumplirse casi 40 años de estas grabaciones, lo ocurrido con ellas permite concluír que no ocurrieron en el momento preciso, ni en el lugar adecuado para ese momento,  circunstancia que cambiaría cuando por esos azares de la vida y también por las circunstancias que concurrieron, cristalizó el Buena Vista Social Club y la industria estuvo lista para volver a abrirle los brazos del mundo a la música tradicional cubana.

En todo caso, al decir de Amadito Valdés, probablemente Las Estrellas de Areíto sean “el proyecto más aglutinador en la historia de la música nuestra”.

LOS DISCOS ORIGINALES DE LAS ESTRELLAS DE AREITO

Volumen I

A (Olmo y Bacallao)

  1. Hasta Pantojo baila mi son – Son – Pedro Aranzola

    (Miguelito Cuní)

  1. Que traigan el guaguancó – guaguancó – Pedro Aranzola

B  (Miguelito Cuní – Filiberto Hernández)

  1. Guaguancó a todos los barrios – guaguancó – Pedro Aranzola.

Volumen II

A  (Pío Leiva)

  1. Póngase para las cosas – son – Pedro Aranzola

(Teresa García Caturla)

  1. U-la-la – son montuno- Juan Pablo Torres y Humberto Cardonell

B  (Pío Leiva)

  1. Mi amanecer campesino – son montuno – Pedro Aranzola

Volumen III

A  (Manolo Furé y Teresa García Caturla)

  1. El manisero – son montuno – (Moisés Simons)

(Grupo Algo Nuevo)

  1. Fefita – Danzón – José Urfé

B  (Miguelito Cuní)

  1. Yo sí como candela – Son montuno- Luis “Lilí” Martínez Griñán

Volumen IV

A  (Tito Gómez)

  1. Llora timbero – rumba – (Israel Rodríguez Scull)

(Pío Leiva)

  1. Maracaibo Oriental – son montuno- José Artemio Castañeda

B  (Magaly Tras y Teresa García Caturla)

  1. Para mi Cuba yo traigo un son – son – D.R.

Volumen V

      A  (Carlos Embale y Teresa García Caturla)

  1. Guajira Guantanamera – guajira son- Joseíto Fernández

(Pío Leiva)

  1. El pregón de la montaña – son montuno- Pío Leiva

B  (Estrellas de Areíto)

  1. Prepara los cueros – son- Juan Pablo Torres.

LAS ESTRELLAS AREITO DE CUBA

  1. Tema (Rubén González)
  2. Taurema (Teresa García)
  3. Mucho corazón (Enma Elena Valdelamar)
  4. Santa Isabel de las Lajas (Benny Moré)
  5. Celos de ti (Marcelino Guerra “Rapindey”)
  6. Convergencia (Bienvenido Julián Gutiérrez)
  7. Olga la tamalera
  8. Azúcar con ají (Andrés Echevarría “Niño Rivera”)
  9. Bilongo (Guillermo Rodríguez Fiffe)
  10. Trompetas en chachachá (Enrique Jorríín).

Hay más de 200 canciones de Fania que no sabías que eran cubanas (ni tampoco Fania te lo dijo)

Según investigaciones de Rosa Marquetti, son muchas más de 200 las canciones de compositores cubanos que Fania grabó durante su existencia como sello disquero, en las voces e instrumentos de los principales artistas de su catálogo. Está aún por analizar y justipreciar  la contribución real de los autores cubanos a ese catálogo y al desbordado éxito comercial que el sello de Johnny Pacheco y Jerry Masucci tuvo en sus días de gloria, que, de otro modo, se ha extendido a nuestros días. 

La desconexión que sufrieron los músicos de la Isla a partir de 1961 respecto a los mercados internacionales donde la música cubana siempre tuvo un lugar relevante, creó una situación única dejando en el limbo la gestión de los derechos de los autores cubanos.  Los ejecutivos de Fania se encontraron de pronto en un terreno fértil para la imaginación.  Masucci era abogado y sabía la gran oportunidad que Fidel Castro y John F. Kennedy le habían puesto delante. Las irregularidades en los créditos de los discos fueron en ocasiones escandalosas, complicando la identificación real de una canción cubana, y cualquier posibilidad de reclamación posterior,  el tratamiento editorial, o de copyright, modificándose sin autorización del autor en ocasiones tanto la letra, como la música (línea melódica); no siempre los títulos estaban correctos, ni los nombres de sus autores, y ya puestos a vivir la fama de los años de gloria en  Nueva York, los ejecutivos disqueros decidieron que  muchos autores que vivían en Cuba y hasta algunos que estaban en Estados Unidos, bien cerca de los administradores del sello, debían perder su nombre bajo las socorridas iniciales D.R. (derechos reservados). Las circunstancias políticas enajenaron el derecho de autor  de los compositores cubanos residentes en el archipiélago, precisamente en una de las épocas en que mayor circulación ha tenido la música cubana a lo largo de la historia: los años 70 y 80.  El daño econónico a los autores cubanos  fue muy grande, pero lo ha sido también en términos morales e históricos.

Fuente: https://www.desmemoriados.com, página web de la filóloga cubana Rosa Marquetti Torres.


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