CUANDO ROSALÍA DE CASTRO SE NEGÓ A ESCRIBIR EN LA LENGUA DE SU TIERRA, A RAÍZ DE UN ESCÁNDALO SOBRE LA PROSTITUCIÓN HOSPITALARIA EN GALICIA, UNA SERIE DE COSTUMBRES EN CIERTAS POBLACIONES DE LA COSTA GALLEGA.

Rosalía de Castro.

En 1881, Rosalía de Castro publicó una serie de artículos sobre costumbres gallegas en un periódico de Madrid, El Imparcial. En uno de ellos aludía a una antigua costumbre de ciertas poblaciones de la costa gallega con arreglo a la cual, cuando un marino había permanecido largo tiempo en alta mar, se le ofrecía pasar la noche con una mujer de la casa en que estuviera alojado, como ofrenda de pura hospitalidad. Esa publicación levantó airadas críticas contra Rosalía en la prensa gallega. Tremendamente ofendida, la poeta se negó a escribir más en la lengua de su tierra y a ocuparse de Galicia en lo sucesivo.

«Costumbres Gallegas». Artículo escrito por Rosalía de Castro en El Imparcial, el 28 de marzo de 1881. 

Esta parte de la serie de artículos que escribió Rosalía de Castro sobre «Costumbres Gallegas» puede leerse completo en este enlace en alta definición: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/57/El_Imparcial._Madrid._28.3.1881.pdf?fbclid=IwAR2uvVQ9cTTlhIyFQTHiFcN4MhB2utmD-DDQ709z6qz_0OBH_lA4twprnwQ

En 1881, Rosalía de Castro (1837-1885) se encontraban la cima de su carrera literaria. A sus 44 años, el “Ruiseñor gallego”,- como la llamó su amiga Cecilia Bohl de Faber, a la que conocemos mejor como Fernán Caballero-, había publicado ya el grueso de su obra. En 1863, sus Cantares gallegos reivindicaron la cultura popular de su tierra, lo que sería una constante en su producción. En 1880 apareció Follas novas, su trabajo más relevante. En él denunciaba la exclusión social de la mujer, la situación marginal de campesinos, inmigrantes y huérfanos. También fue otro vector fundamental de su quehacer poético esa defensa de los marginados sociales. Canto a la tierra natal, un tanto idealizada, y posicionamiento junto a los excluidos, son igualmente las líneas que recorren la serie de artículos costumbristas publicados en Los Lunes de El Imparcial, entre el 28 de marzo y el 4 de octubre de 1881.

Rosalía alaba en ellos la belleza del paisaje gallego, la noble moral de sus campesinos, su actitud tolerante, su solidaridad humanitaria que, a veces, degenera en supersticiones. Se refiere en particular a la hospitalidad que, en un pueblo emigrante como el gallego, siempre tiene como horizonte implícito la reciprocidad. Ella considera esta virtud como específica y representativa de la identidad galaica. Cuando alude a las comarcas marítimas, afirma que no es posible encontrar gentes de índole más bondadosa… La  idea de que el padre, el hijo o el esposo pueden andar errantes y perdidos por inhospitalarias tierras o yermas soledades, contribuye, por otra parte, hasta tal punto a aumentar los compasivos instintos de aquellas gentes, que bien puede decirse que llegan en esto a lo inverosímil e increíble. Lugares hay entre aquellos pueblecillos en donde se guardan creencias que no sabemos existan en ninguna otra parte, y que recuerdan la manera con que algunos pueblos primitivos llegaron a ejercer la hospitalidad, sin que acertemos a adivinar cómo a través de los siglos pudo conservarse entre nosotros ese resto vivo de tan remotas costumbres.

Entre algunas gentes tiénese aquí por obra caritativa y meritoria el que, si algún marino que permaneció por largo tiempo sin tocar a tierra, llega a desembarcar en un paraje donde toda mujer es honrada, la esposa, hija o hermana pertenecientes a la familia en cuya casa el forastero haya de encontrar albergue, le permita por espacio de una noche ocupar un lugar en su mismo lecho. El marino puede alejarse después sin creerse que nada ligado a la que, cumpliendo a su manera un acto humanitario, se sacrificó hasta tal extremo por llevar a cabo los deberes de la hospitalidad. Tan extraña como a nosotros debe parecerles a nuestros lectores semejante costumbre, pero por esto mismo no hemos vacilado en darla a conocer, considerando que la buena intención que entraña, así ha de salvar en el concepto ajeno a los que llegan en su generosidad con el forastero a extremos tales, como a nosotros el sentimiento que había de nuestra pluma al escribir este artículo.

Este texto lo recoge el libro “Xornalistas con opinión 2. Escolma de textos” en su página 89: https://books.google.es/books?id=E-NKdWG2qmsC&pg=PA89&lpg=PA89&dq=Xornalistas+con+opinión+2.+Escolma+de+textos+La+idea+de+que+el+padre,+el+hijo+o+el+esposo&source=bl&ots=Tvh6yI1957&sig=ACfU3U0Su3B2j3Qo8SaNs5mEoNdjdnf9BA&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwiMzofdlafsAhVQTBoKHY_vDpUQ6AEwAHoECAkQAg#v=onepage&q=Xornalistas%20con%20opinión%202.%20Escolma%20de%20textos%20La%20idea%20de%20que%20el%20padre%2C%20el%20hijo%20o%20el%20esposo&f=false

Así pues, aquí tenemos descrita la hospitalidad sexual que, supuestamente, se habría practicado hasta el siglo XIX en algunas pequeñas poblaciones costeras de Galicia. Se basaría en la caridad y en la reciprocidad, sólo en favor de marinos alejados de la tierra durante largo tiempo y por una única noche. La mujer ofrecida, de buena reputación previa, sería la esposa, hija o hermana de la casa. Por esa ofrenda sexual no perderían su honestidad en la opinión social. Por último, el beneficiario no contraería con la mujer ninguna obligación. Rosalía reconoce que esa costumbre, -extraña para la moralidad cristiana reinante-, evoca a algunos pueblos primitivos, y no sabe cómo habría podido conservarse entre nosotros ese resto vivo, es decir,  todavía entonces en uso, de una práctica remota. Es consciente de que podría parecer inverosímil tanta bondad y compasión pero insiste en que, entre quienes la practican, supone una obra meritoria que no sólo no perjudica a su crédito social sino que lo prestigia. La autora intenta convencer a sus lectores de que es la generosidad y buena intención que guía la entrega lo que salva la honra de la mujer ofrendada. Parece claro que Rosalía ya se había planteado la posibilidad de una respuesta escéptica por parte del público ante su información. No se le escapaba que esa exótica hospitalidad sexual estaba muy lejos de la severa moral burguesa. Sin embargo, por un ejercicio de honradez intelectual, se sintió en la obligación de dar a conocer esta práctica que tanto le había sorprendido a ella, no como algo vergonzante sino ciertamente extraño pero explicable por la hospitalidad con el marino errante, espejo del propio padre, hijo o esposo perdidos en el mar.

El escándalo en la prensa gallega:

Cuando llegaron a Galicia las noticias de esa publicación, la bien intencionada Rosalía se vio cubierta por una auténtica lluvia de críticas por parte de la prensa regionalista. Resulta difícil calibrar los concretos términos del debate, porque no se conservan los artículos publicados. Se sabe que las principales acusaciones se vertieron en El Anunciador de Coruña y en La Concordia de Vigo. En este último periódico se efectuaron estas injustas declaraciones: Jamás pudiéramos imaginar que una mujer ilustrada, y por apéndice gallega, fuera capaz de intentar el extravío de la opinión pública haciendo relación de hechos que no son peculiares ni de nuestras costumbres ni de la época en que vivimos. Por tanto, este periódico negaba la existencia de tal prostitución hospitalaria en la Galicia de entonces, y rechazaba que pudiera asociarse como mérito a la identidad gallega. También consideraba un pecado imperdonable para una mujer gallega ilustrada tratar esa cuestión. Por su parte, El Anunciador de Coruña denunció a Rosalía por dañar el buen nombre del país, presentándolo como un pueblo primitivo equiparable a la India o al Perú de los incas.

Rosalía de Castro, libro de Marina Mayoral, en el que hace mención al incidente en la página 41.
(Enlace del libro en PDF: https://digital.march.es/fedora/objects/fjm-pub:370/datastreams/OBJ/content)
Rosalía de Castro, libro de Marina Mayoral.

La autora, que no encontró ningun apoyo en su entorno, solo acertó a articular esta escueta e irónica respuesta, sabiendo de antemano que era una guerra perdida: Puede el erudito redactor de El Anunciador añadir esta nota más a la de la India. Si no le bastare, sepa asimismo que en Lima, por los años de 30 a 45, hacían lo mismo los criollos con los españoles que allí llegaban. Pero de esto no se colige ninguna explicación para el misterio de la hospitalidad sexual gallega. Rosalía no era antropóloga sino una curiosa observadora de las costumbres de su pueblo, y una etnógrafa amateur. Como ella misma dejó escrito en una carta, sólo quería dar a conocer esta costumbre antiquísima, no censurarla ni alabarla. No se sintió, por ello, obligada a revelar sus fuentes de información, ni a identificar concretamente los lugares de que podría tratarse, quizá por discreción ante el revuelo levantado. Desde nuestra perspectiva actual tan desprejuiciada, y con  más de cien años de por medio, quizás nos resulte un tanto incompresible ese gran escándalo. Pero debemos tener en cuenta que, en aquel momento, la sociedad bienpensante, que trataba a la mujer como una propiedad exclusiva del hombre- padre, hermano o el esposo-, no podía aceptar como algo positivo su donación gratuita a un extraño. Sólo podía explicarse ello como un comportamiento propio de prostitutas o de pueblos salvajes sin moral. Solo una persona tan liberada como Rosalía, que siempre había vivido fuera de los muros de la opresiva ética de la burguesía, apartada de ellos  por el estigma de su nacimiento ilegítimo de madre soltera y padre sacerdote, podía penetrar en la inocencia intrínseca de esa hospitalidad sexual, su bondad frente a la visión utilitaria de la vida. Para ella no se trataba de una prostitución. Por otro lado, la sexualidad fue, hasta bien entrado el siglo XX, un tema sub rosa, secreto y prohibido, y mucho más en boca de una mujer. Así que Rosalía violó doblemente ese tabú. Como ella misma había profetizado en el Prólogo de La hija del mar, su novela autobiográfica de 1859, Todavía no les es permitido a las mujeres escribir sobre lo que sienten y lo que saben. Pero, ¿estamos a tiempo ahora de averiguar algo sobre la discutida costumbre gallega?

Este artículo del Consello da Cultura Galega escrito por XESÚS ALONSO MONTERO, hace mención a los hechos y la respuesta de Rosalía de Castro a El Anunciador y La Concordia de Vigo. Se puede leer competo en este enlace: http://consellodacultura.gal/publicacions-dixitais/lecturaonline.php?libro=2&capitulo=32&documento=3717

Alumbrando el misterio:

Algunos estudiosos de la obra rosaliniana se han pronunciado abiertamente contra su existencia. Así sucede con Marina Mayoral, para quien las afirmaciones de Rosalía no tienen más fundamento que su palabra. Otros autores, como Alonso Montero, por el contrario, consideran improbable que Rosalía hubiese podido inventar esa práctica de la nada. Creo que Carmen Blanco García acierta cuando señala la importancia de realizar investigaciones antropológicas al respecto. Por mi parte, estoy convencida de que Rosalía no fantaseó con costumbres imaginarias. En primer lugar, los términos en que se expresa en su artículo se ajustan, como anillo al dedo, a los rasgos que se han atribuido a la hospitalidad sexual, en los que ya nos hemos detenido. En segundo término, existen otras noticias acerca esa práctica en la cultura hispánica. Como apunta Ignacio Ceballos Viro, así podemos comprobarlo en un romance tradicional arraigado en Castilla, Cataluña y Baleares.

Cuenta cómo el marido regresa a su tierra tras una larga ausencia, no siendo reconocido. Amparado en ese anonimato, descubre que la madre de su esposa la maltrata habitualmente. El hombre se hospeda su propia casa y su suegra, como anfitriona, le ofrece comida y alojamiento. El, además, le pide una mujer para que le «alumbre», lo que es una metáfora del trato sexual, y la malvada hospedera le concede con ese fin a su esposa. Por tanto, la concesión de favores carnales a los invitados de la casa no era extraña a nuestra tradición histórica. No obstante, parece claro que la severa moralidad religiosa no favoreció que se registrara abiertamente. Rosalía publicó sus Costumbres gallegas en un suplemento semanal verdaderamente prestigioso, que había comenzado a publicarse en 1874 y que acogería a plumas tan célebres como José Zorrilla, Emilia Pardo Bazán, Clara Campoamor o Unamuno. Es lógico que Rosalía viese sus artículos como un gran reto. Se entiende mal, por ello, que improvisara o recogiera datos de manera defectuosa. Frente a la prensa basura y sensacionalista de nuestros días, la escasez de publicaciones en la época y el alto nivel de sus lectores permite descartar esa hipótesis. Pero sucede, además, que los propios escritos de Rosalía evidencian que no pudo haber mal interpretado los datos: Muchas horas hemos pasado oyendo tales historias y consejos que se nos relatan como cosa de feescribió.

Por otro lado, la radical respuesta de Rosalía a las críticas recibidas, que algunos consideran una reacción exagerada, pone de manifiesto la seriedad de su postura. Quizá era la única forma de que disponía para respaldar la verdad de sus aseveraciones.

En una carta a su esposo, Manuel Murguía, el 26-07-1881, se pronunció con estas rotundas palabras: Se atreven a decir que es fuerza que me rehabilite ante Galicia. ¿Rehabilitarme de qué? ¿De haber hecho todo lo que me cupo por su engrandecimiento?… ¿Qué algarada ha sido ésa que en contra mía han levantado, cuando es notorio el amor que a mi tierra profeso?… Pues bien: el país que así trata a los suyos no merece que aquellos que tales ofensas reciben vuelvan a herir la susceptibilidad de sus compatriotas con sus escritos malos o buenos… Ni por tres, ni por seis, ni por nueve mil reales volveré a escribir nada en nuestro dialecto, ni acaso tampoco a ocuparme de nada que a nuestro país concierna. Con lo cual no perderá nada, pero yo perderé mucho menos todavía… Mi resolución es no volver a coger la pluma para nada que pertenezca este país, ni mucho menos escribir en gallego, una vez que a él no le conviene aceptar las condiciones que le he propuesto. No quiero volver escandalizar a mis paisanos. Rosalía cumplió su palabra en cuanto no volver a escribir en gallego, pues en A las orillas del Sar (1888) versifica en castellano, pero no fue capaz de apartarse de su tierra natal como temática.

Por último, es posible encontrar alguna pista, en la biografía de Rosalía, que señale los eventuales escenarios en que pudo regir la costumbre. Los puertos que parecen asociados a su vida son Muxía, Coruña, Carril y Noia. Pero Lucía García Vega (Os lugares na vida e na obra de Rosalía de Castro: análise literaria. Tesis Doctoral, 2010)  ha apuntado a la figura de Choiña, una mujer de Laxe que compartió muchas conversaciones con Rosalía. Laxe es una pequeña localidad situada en la provincia de Coruña, en el centro de la Costa de la Muerte, dedicada a la agricultura y a la pesca. Su población, de poco más de 3000 habitantes, apenas ha variado desde 1900. Tal vez fuera ese uno de los pueblecillos costeros del misterio de las Costumbres gallegas.

La carta completa reza así:

«Mi querido Manolo: Te he escrito ayer, pero vuelvo a hacerlo hoy deprisa para decirte únicamente que me extraña que insistas todavía en que escriba un nuevo tomo de versos en dialecto gallego. No siendo porque lo apurado de las circunstancias me obligan imperiosamente a ello, dado caso que el editor aceptase las condiciones que te dije, ni por tres, ni por seis, ni por nueve mil reales volveré a escribir nada en nuestro dialecto, ni acaso tampoco a ocuparme de nada que a nuestro país concierna. Con lo cual no perderá nada, pero yo perderé mucho menos todavía.

Se atreven a decir que es fuerza que me rehabilite ante Galicia. ¿Rehabilitarme de qué? ¿De haber hecho todo lo que en mí cupo por su engrandecimiento?

El país sí que es el que tiene que rehabilitarse para con los escritores, a quienes, aun cuando no sea más que por la buena fe, y entusiasmo con que por él han trabajo, les deben una estimación y respeto que no saben darles y que guardan para lo que no quiero ahora mentar. ¿Qué algarada ha sido ésa que en contra mía han levantado, cuando es notorio el amor que a mi tierra profeso? Aun dado el caso (que niego) de que yo hubiese realmente pecado, por lo que toca al artículo en cuestión, ¿era aquello suficiente para arrojar un sambenito sobre la reputación literaria grande o pequeña de cualquier escritor que hubiese dado siempre probadas muestras de amor patrio, como creo yo haberlas dado? No; esto puede decirse sencillamente mala fe, o falta absoluta no sólo de consideración y gratitud, sino también de criterio. Pues bien: el país que así trata a los suyos no merece que aquellos que tales ofensas reciben vuelvan a herir la susceptibilidad de sus compatriotas con sus escritos malos o buenos. Y en tanto, ya que tan dañada intención han encontrado en lo que narré, para dar a conocer (y no para alabarla ni censurarla) una costumbre antiquísima, y de la cual aún quedaba algún resto en nuestro país, pueden consolarse leyendo la estadística por lo que toca a cierta cuestión que han sacado a relucir ciertos periódicos escandalizados con mi artículo. Si así arremetiesen contra la estadística sería mejor, a ver si así lograban borrar lo que es peor mil veces que lo que en mí han censurado tan bravamente.

Hazle, pues, presente al editor que, pese a la mala opinión de que al presente gozo, ha tenido a bien acordarse de mí, lo cual le agradezco, mi resolución de no volver a coger la pluma para nada que pertenezca a este país, ni menos escribir en gallego, una vez que a él no le conviene aceptar las condiciones que le he propuesto. No quiero volver a escandalizar a mis paisanos.

Los niños quedan buenos y ennegreciéndose cada vez más al sol; bueno es que parece que han aplacado un poco sus ardores insoportables de esos días atrás.

Nada sé de lo que pasa por Santiago, ni un periódico logro ver de allá. Lo que sí recibo diariamente es El Noroeste de La Coruña, que tienen la tentación de mandarme en lugar de El Clamor Respecto de El Imparcial, lo recibo un día sí y dos no. Variaciones de Correos.

Me llaman a comer. Recibe cariños de todos y tú sabes te quiere tu mujer.»

El texto de la carta completa se puede leer en este enlace de la Biblioteca das Letras Galegas: http://www.letrasgalegas.org/servlet/SirveObras/p230/01372742033571729088024/p0000001.htm?fbclid=IwAR0IZ-0_3G_oUL-MTG3FvOPvkmyyQdeEx_qU2JgZNu_bzVbYKoaNyi0YA4Q

Y la carta original, adjuntada por el Consello da Cultura Galega en este enlace: https://gl.m.wikipedia.org/wiki/Ficheiro:Carta_de_Rosal%C3%ADa._Lestrove,_25_de_julio_de_1881._Mi_querido_Manolo_te_he_escrito_ayer,_pero_vuelvo_a_hacerlo_hoy.pdf?fbclid=IwAR1mQpok0g3OCWRrS3pTaw2En1lstEEBvpCHsTuICEk-RBc0S4mBLYHpYB0

-FIN-

Fuentes:

El texto de este post ha sido sacado del blog: https://anthropotopia.blogspot.com, en el que se puede leer más acerca de la práctica de la hospitalidad sexual en este artículo, para quien le interese: https://anthropotopia.blogspot.com/2013/08/rosalia-de-castro-y-el-escandalo-de-la.html

Los textos de las cartas y las fotos, de la Biblioteca das Letras Galegas y el Consello da Cultura Galega.


Descubre más desde EL BLOG DE MYRIAM

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.



Deja un comentario